En un mundo de capital y ganancias móviles, muchos países en desarrollo utilizan incentivos fiscales con la esperanza de atraer inversiones nacionales y extranjeras. Sin embargo, su eficacia ha sido cuestionada a menudo, sobre todo en relación con el sector minero, que involucra recursos de ubicaciones específicas que no se pueden mover. Los incentivos fiscales también son costosos, lo que lleva a muchos países a renunciar a ingresos vitales a cambio de beneficios a menudo ilusorios.
No obstante, los gobiernos pueden determinar que aún se beneficiarían de la introducción de incentivos fiscales para el sector minero debido a algunas especificidades de su jurisdicción. Por ejemplo, cambiar los acuerdos tributarios puede parecer más fácil de lograr que otras acciones que promuevan la inversión, como la infraestructura. En tales casos, los incentivos fiscales deben diseñarse cuidadosamente para que sean efectivos (es decir, para lograr su objetivo de política) y eficientes (el objetivo de política se logra con el mínimo costo para los ingresos del gobierno).